Comunicación de dos velocidades. O tres. O mil.

Silvia Albert

En época de becarios, cada vez me cuesta más dar una visión lo más acertada posible de lo que hacemos o somos capaces de hacer. La comunicación, ¡oh! esa extraña función de la que todos se declaran hacedores y de la que todos supuestamente entienden.

Aproveché mi reciente viaje a Nueva York para hablar con algunos profesionales de la comunicación que trabajan allí, tanto españoles como norteamericanos. Hablo de comunicación tradicional y no de marketing o de comunicación digital. Pero, da igual. Esperando encontrarme con tendencias, nuevos retos o innovaciones me llamó la atención descubrir que, en cierta medida, sufren, en algunos casos, el mismo desasosegante panorama comunicativo que en España y, al tiempo, me sorprendió un hecho de los que nuevamente aprender.

Desde Nueva York viajamos a Philadephia en Southern, un viaje cómodo y puntual de apenas una hora y media. No tuvimos problemas de ningún tipo ni a la ida ni a la vuelta. A nuestro regreso a España, recibimos un email personalizado de la compañía (habíamos sacado los billetes por internet) con el siguiente comunicado:

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Nosotros no tuvimos ningún incidente ni fuimos conscientes de que había huelga alguna y, realmente, el comunicado nos sorprendió. Curiosamente, en Madrid, nos encontramos con una huelga de Metro. Al recibir el email de la compañía americana, entré en las webs de ambas:

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No hay que ser un lince para descubrir las 3 esenciales diferencias: 1) transparencia 2) información 3) gestión de la comunicación de una, ausencia total de información, la otra.

Es curioso descubrir las distintas velocidades en las que está viviendo la comunicación. Las compañías que han hecho de una forma natural la transformación digital se han distanciado tanto de lo que un día fue su comunicación tradicional que pueden no parecer de este mundo. Pero lo son. Sin embargo, sigue habiendo un enorme grupo de ellas que, no es que estén pensando en que deben hacer algo respecto a las nuevas formas de interactuar con sus públicos – cada vez más cambiantes-, sino que están empezando por la lección 1: ‘Cómo comunicar’. Y no me refiero a pequeñas empresas o start ups que olvidaron en sus planes de negocio y presupuestos la ¿obligatoria? ¿necesaria? partida para comunicación corporativa sino de empresas grandes – privadas o públicas- multinacionales de enormes dimensiones y más capacidad financiera hasta ahora encerradas en un ostracismo tan salvaje como insensato.

No hay más que ver la web de Metro de Madrid https://www.metromadrid.es/es/index.html. Qué decir de empresas dueñas de grandes imperios financieros que se preguntan por qué sus acciones no suben en bolsa en la misma proporción que lo hacen sus resultados, sin darse ni cuenta de que nadie pensará en ellos si nadie los conoce. Y, por lo tanto, menos invertirán en ellas. Las mayores empresas cotizadas en el Nasdaq son una buena muestra de ello. ¿O es que nunca hemos oído hablar a Google, Apple, GM, Bank of America, Amazon…?

En comunicación hay dos clarísimas velocidades sino 3 ¡o mil! Y solo sobrevivirán aquellas que de una forma profesional gestionan la conversación con sus públicos

Por mucho que pese, la transparencia y la conversación no es una moda, es un estado, una forma de ser, de entender la realidad de las empresas y organizaciones. Nadie confía ya en los que nada se sabe de ellos. Duela o no, someterse al escrutinio público es la única posibilidad que hay para contrastar de una forma fehaciente cuánto de acierto o error hay en nuestra aproximación a nuestros públicos, con la maravillosa oportunidad de transformar, flexibilizar y potenciar los DAFO sobre los que, generalmente, tanto se ha trabajado y que, en muchas empresas, quedan tan sólo para el hermosísimo manual de procedimientos y voluntariedades nunca cumplidas.

En comunicación hay dos clarísimas velocidades sino 3 ¡o mil!, pero, tarde o temprano, todas las empresas tendrán que aceptar, quieran o no, que sólo sobrevivirán aquellas que de una forma profesional gestionan la conversación con sus públicos con todas las herramientas disponibles en cada momento – muy diferentes posiblemente de las que tendremos mañana- y que esta gestión debería estar ya incluida en el ADN de la propia organización. Basar la comunicación de una organización única y exclusivamente en la relación con los medios es cuasi absurdo teniendo en cuenta que los medios también han de transformarse y quién sabe si seguirán siendo lo que ahora son.

Es importante recordar que los contenidos ya no son monopolio únicamente de los medios de comunicación y que nuestra estrategia debe ampliarse bajo el paraguas de una coherencia comunicativa 360 grados. Las tecnologías están permitiendo a los ciudadanos, inversores, consumidores… elegir y la elección siempre se basa en el conocimiento y el conocimiento solo es posible con comunicación. Otra cosa es que queramos que nuestra empresa navegue en las aguas del desconocimiento y la oscuridad.

 

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