Verdades y mentiras de la comunicación política

Verdades y mentiras de la comunicación política

Agencia comma

La independencia de Cataluña ha hecho que la comunicación política, entendida como aquella que emana de los medios de comunicación, vuelva a estar en primera fila de valoración ciudadana. Y no es para menos. La comunicación política siempre ha estado señalada por su falta de objetividad y credibilidad, pero… ¿qué comunicación no es subjetiva? ¿O estamos hablando directamente de mentiras?

Sin embargo, en momentos como los actuales es cuando cobra más sentido las palabras utilizadas en la comunicación política. Unas palabras y un discurso bien armado, integrador y conciliador puede hacer más creíble y ganar más adeptos que aquellos en los que solo se emplean palabras negativas, distantes, instigadoras y violentas.

Hoy hay dos posturas muy marcadas y alejadas y dos discursos. Uno en el que se habla de diálogo, mediación, abierto a la unión, dispuesto a negociar y otro muy distinto que habla de autoridad, de obligaciones y cumplimientos a toda costa. Lejos de posicionarnos políticamente, uno cuenta con un buen asesoramiento en comunicación y otro no.

Inma Aguilar, consultora de comunicación política y electoral, explica en la última edición del Informe Perspectivas Wellcomm, titulado “El Impacto de los Datos en la Era de la Postverdad”, que “en periodismo se trabaja con la verdad, o al menos es más reclamable porque precisamente el periodismo es el control de calidad de la política, y es importante que funcione como mecanismo de control ciudadano sobre la política, a través de un mediador como son los medios de comunicación”.

 

“Pese a que la comunicación política lleva años trabajando por la transparencia es necesario crear un mecanismo de exigencia de responsabilidades”

 

Sin embargo, ni de los medios de comunicación nos podemos fiar, y menos en asuntos de política. Se me viene a la cabeza la reflexión que hacía mi compañera Silvia Albert, al hilo del falso documental, Operación Palace, realizado por Jordi Evolé para La Sexta, en la que explicaba la necesidad que tenemos de reconocer la falta de criterio y de capacidad de pensar y lo manipulables que somos. Al menos, como confesó Evolé en su momento: “Nosotros hemos reconocido que era mentira”.

Volviendo a Aguilar y su discurso en #PerspectivasWellcomm, ella sostiene que “el propio periodismo ha generado controles contra los bulos, las mentiras y las postverdades que circulan por la red. Como si los propios medios y periodistas gozaran de un “sistema inmunológico” que ha detectado la amenaza y actúa contra ella mediante “anticuerpos” como los de Maldito Bulo, el Tragabulos o las noticias de la red que rastrea Verne, de El País. Son controles de calidad que ha generado la propia red y el propio periodismo, controles que desmontan mentiras y las desmienten con datos, hechos. Me parece interesante, como género y como mecanismo que el periodismo se ha procurado para una vida nueva, en red y sin reglas”.

Un sistema que no siempre es fiable y en el que también hay margen de error. Por tanto y pese a que la comunicación política lleva años trabajando por la transparencia “es necesario crear un mecanismo de exigencia de responsabilidades”, continua la consultora de comunicación política, “para que si alguien miente, no le salga gratis”.

¿Creéis que la comunicación política de hoy en día está bien gestionada? ¿Mienten los medios de comunicación? ¿Hay depuración de responsabilidades?

[Si quieres leer el artículo completo de Inma Aguilar en el Informe Perspectivas Wellcomm de la comunicación de 2017, puedes hacerlo en el este enlace.]

 

Foto: Alejandro García/EFE en el diario AHORA

 

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