Nuestro día a día nos revela insistentemente que, por desgracia, todavía hay mucho desconocimiento en torno a los servicios profesionales de comunicación que una empresa debe recibir. Las amadas/temidas/odiadas/necesarias agencias de comunicación son una realidad imprescindible. Pero la clave de una buena agencia está en que sus clientes duerman tranquilos porque hay alguien que vela por su reputación.
Pero no seamos extremadamente exigentes. Hay miles de propuestas para hacer una selección inteligente de una agencia, pero nosotras hemos querido señalar tan sólo tres sencillas pistas para chequear si cuentas con la agencia que necesitas o deberías darle un aire a tu departamento.
Pista 1 – Te quita trabajo, no te lo da. Una agencia de comunicación como es debido debe ser tu mejor aliado, un equipo de trabajo compenetrado y participativo y no una mera máquina de obedecer órdenes cuando tú las emitas (y si no las emites, no hay nada que hacer). Si parte de tu jornada laboral es saber qué está haciendo la agencia o comprobar que lo que hace es correcto, mal asunto. Se trata de trabajar juntos, no unos para otros. Una agencia de comunicación tiene que ser proactiva, estratégica, resolutiva y profesional. Tu tranquilidad es tan necesaria como tu salud.
Pista 2 – Si dice que ofrece un servicio, que demuestre que lo hace. No olvides que el papel lo aguanta todo. Parece una perogrullada pero no lo es. Ahora, con el boom de las redes sociales y demás psicodelias comunicativas las agencias parecen hacer de todo y por su orden. Si hablan de relación con medios, que sean periodistas; entenderán mejor a sus compañeros. Si ofrecen comunicación online, comprueba que sus empleados son conocidos en el sector, que tienen voz y reputación; si hablan de gestión de redes sociales, analiza su marca digital y su presencia en redes. Es curioso observar como en agencias que ofrecen estos servicios, muchos de sus empleados, empezando por sus directivos, no están en redes sociales ni se les espera. O es más, las aborrecen.
Pista 3 – Si una agencia te ofrece un presupuesto muy inferior a lo que tú cobrarías (por muy bien que le venga a tu presupuesto) mal asunto. Una cosa es que la crisis nos obligue a apretarnos el cinturón (a todos, por cierto) Otra muy distinta es comprar “duros a pesetas”, como decían nuestros abuelos. No sólo en el mundo financiero ocurre que la gente va de listilla y compra productos con una remuneración imposible en unas condiciones de mercado como las actuales. Luego viene el fracaso de grandes consecuencias. No seamos inocentes: si pagas por una birria, tendrás una birria.
Directora general
2 comentarios