De poco sirve tener un mensaje potente para transmitir si el portavoz es timorato o disperso; de la misma forma, un buen orador quedará ridiculizado en su exposición con un mensaje vacío o sin sentido. Fondo y forma son dos cuestiones que debemos tener siempre presentes.
Al hablar de un buen portavoz, frecuentemente pensamos en la persona capaz de transmitir un mensaje con claridad, contundencia y seguridad pero yo iría un paso más allá: debe ser un experto en la materia que predica, alguien diplomático y prudente.
El ex presidente mexicano Vicente Fox, es la antítesis de la anterior descripción, incluso se editó un libro recopilatorio con sus frases célebres, comentarios del tipo “Los mexicanos hacen los trabajos que ni los negros quieren hacer” eran frecuentes en su discurso. Un responsable de su gabinete de comunicación me dijo en su día “La formación de portavoces ayuda pero no hace milagros” ¡Qué razón tiene!
La formación de portavoces es fundamental, pero igual de importante es tener mensajes claros, conocer de antemano la información que el o los interlocutores pueden demandar y preparar un listado de preguntas con sus posibles respuestas.
No cualquiera es apto para ser portavoz, de ahí la importancia de incluir en la estrategia de comunicación un apartado para identificar y formar a los portavoces de una empresa. Se pueden tener grandes habilidades comunicativas, presencia ante las cámaras y una sonrisa estupenda pero sin el dominio del mensaje y sensibilidad para tratar al interlocutor se corre el riesgo de hacer el ridículo. Definitivamente, identificar y formar a la gente capaz de transmitir el mensaje corporativo es una labor que no debe dejarse al azar.
Por ponerlo en tono bíblico:
“Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta amor un mensaje claro sería como bronce que resuena o campana que retiñe.”
Consultora
Silvia Albert in company