Todavía estamos sobrecogidos por el accidente de tren que en las cercanías de Santiago de Compostela tuvo lugar hará hoy 12 días. Otra vez, y en momentos tan dramáticos y críticos como los de aquél desgraciado día, nos damos cuenta del poder de las redes sociales, de cómo éstas han cambiado el mundo, y de su valor como vía de ayuda y solidaridad.
“Si estas en #Santiago cualquier ayuda sirve: apoyo psicológico, medios de locomoción, mantas, difusión, sangre, ropas…Xunta de Galicia” o “Se necesitan psicólogos voluntarios experimentados y con experiencia en catástrofes. Interesados tlf:…” Mensajes como estos hicieron que en cuestión de minutos en las puertas de los hospitales y centros especializados se concentraran cientos de personas dispuestas a donar sangre. Bomberos, médicos, enfermeras o psicólogos que no se encontraban de servicio se enteraron a través de Twitter del desastre y acudieron para ayudar en la tragedia.
Twitter sirvió para movilizar a los ciudadanos porque muchos usuarios de la red difundieron los principales números de teléfono de asistencia para familiares y avisaron de los hospitales y centros donde se podía acudir a donar sangre. Ayudó a difundir teléfonos de asistencia y a tranquilizar a muchos familiares que supieron que sus seres queridos se encontraban bien.
Con 140 caracteres, o incluso menos, se puede derrocar Gobiernos, convocar manifestaciones o unir a millones de personas para estar cinco minutos en silencio, convertir a alguien anónimo en protagonista – sea héroe o villano –, destruir reputaciones o hasta crear ídolos. Pero sobre todo, es un excelente y poderoso canal de apoyo, de ayuda y de solidaridad.
Teresa Nevado
Directora de área